China y Estados Unidos protagonizan un cruce de acusaciones en su primera cumbre de alto nivel
La Administración Biden ha llegado pisando fuerte y ha tomado el relevo, y no en el buen sentido, a su predecesor Donald Trump. Parecía que con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca se retomarían políticas más pacifistas. Pero las últimas acciones por parte de la nueva Administración hacen presagiar justo lo contrario.
Una de las primeras medidas tomadas por la Administración Biden al poco de llegar a la Casa Blanca fue bombardear el norte de Siria, esta misma semana ha calificado de “asesino” a Vladimir Putin, ahora ha llegado el turno de China. En la primera cumbre de alto nivel entre los responsables de la política exterior y de seguridad de Estados Unidos y China, el país norteamericano ha acusado al gigante asiático de «amenazar el orden (mundial) basado en normas, que mantiene la estabilidad global».
Esta primera cumbre de alto nivel se ha convertido en una batalla diplomática entre ambas potencias que, en vez de acercar posturas, ha provocado un distanciamiento aún mayor entre ambas partes. Anchorage, capital del Estado de Alaska, fue el lugar elegido para llevar a cabo este encuentro, que ya se preveía tenso tras la imposición de sanciones sobre 24 funcionarios chinos y hongkoneses debido a la represión de las libertades políticas en la región semiautónoma china por parte de Pekín.
Las acusaciones entre ambos países se sucedieron a lo largo de todo el encuentro. El primero en encender la mecha fue el secretario de Estado de Estados Unidos, Tony Blinken, que culpó a Pekín de llevar a cabo ciberataques y de violar los derechos de la minoría musulmana de la provincia de Xinjiang, de la población de Tíbet y de los habitantes de la ciudad de Hong Kong y de Taiwán, cuya independencia Pekín amenaza. Por su parte, los representantes chinos no se dejaron avasallar y contestaron de forma categórica que «es importante que Estados Unidos deje de promover su democracia en el resto del mundo», asimismo subrayaron que «Estados Unidos no representa al mundo».
China hizo referencia al movimiento de Black Lives Matter y los disturbios raciales que tuvieron lugar el año pasado en Estados Unidos: «Mucha gente en Estados Unidos tiene poca confianza en la democracia del país”. «No creemos en las invasiones con el uso de la fuerza, el derrocamiento de otros regímenes y las masacres de personas de otros países», subrayó el miembro del Politburó del Partido Comunista Chino Wang Yi.
Además, los representantes chinos ya han dejado claro su oposición a la injerencia estadounidense a los asuntos internos. “Hemos expresado nuestra firme oposición a tal injerencia, y tomaremos medidas firmes como respuesta”. La delegación americana calificó de “grandilocuentes” estas amenazas. En palabras de un alto funcionario de la Casa Blanca en Anchorage, “la delegación china parece haber llegado aquí con intenciones grandilocuentes que dan más importancia a la puesta en escena que a lo sustancial, además de saltarse el protocolo”.
Blinken respondió desafiante que «nunca es bueno apostar contra Estados Unidos», a lo que el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan apostilló refiriéndose a China: «un país seguro de sí mismo es capaz de analizar detenidamente sus propias deficiencias y buscar constantemente mejorar».
En definitiva, esta cumbre ha demostrado la poca sintonía que existe entre ambos países. El cambio de Administración en Estados Unidos no ha supuesto un cambio de narrativa en la política exterior con China, que se prevé más tensa que nunca. La nueva Administración ha elegido reforzar sus relaciones con sus socios asiáticos habituales como puede ser Japón o Corea del Sur, para hacer un frente común contra China.